Autor: Montse
¿Recuerdas aquel primer día, aquel primer momento en que nos conocimos? Terminaba de despertar del sueño de niño y empezaba la bella etapa de la adolescencia y tú ya estabas a mi lado.
Llegaron los tiempos de grandes cambios: el instituto, salir del pueblo, nuevas amistades, las primeras gamberradas…, en fin, nuestra libertad. Y seguimos juntos.
Hemos recorrido un largo viaje juntos, a pesar de los obstáculos que hemos superado. Y siempre ha sido en aquellos momentos difíciles que tú siempre has estado a mi alcance; te debo tantos momentos de paz y tranquilidad, de sacarme la ansiedad que llevaba dentro de mí…
Pero amigo mío, hoy tienes un rival. ¿Qué rival me puede salir a mí después de tantos años juntos? –dirás tú.
Es difícil de comprenderlo, ¿eh, amigo? Pues mira, hoy la vida me sonríe y he descubierto un nuevo compañero de viaje. Un amigo que me quiere, que vela por mí y por los que me rodean.
¿Sabes cómo se llama este nuevo amigo? VIDA.
¡Ja, ja, ja! –dirás. No puedes dejarme así como así. No tienes suficiente coraje para abandonar una relación de 20 años como la nuestra…
Lo siento, amigo. Tú has dicho la palabra exacta: tú y yo sólo tenemos una relación, una relación de dependencia, no una relación de amistad o de amor… Y recuerda, amigo mío, que en esta ruta que hacemos lo más importante es la amistad y el amor y que nunca, nunca, crean dependencia, sino VIDA.
Por ello, hoy quiero descubrir la VIDA y empezar a caminar con mi nuevo amigo, o sea que ha llegado el momento de decirte: “Adiós, amigo mío.”
Y recuérdalo siempre: no quiero una segunda oportunidad, ¡hasta nunca más!
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