Autor: Redacción
El cigarrillo electrónico se presenta como una forma sana de fumar e ideal de dejar el tabaco. Facilita la deshabituación de forma abrupta. Ayuda a superar las barreras conductuales, situaciones cotidianas que puedan conllevar a recaídas. Es ideal en zonas prohibitivas, se puede comer en un restaurante sin necesidad de salir a la calle. No existen efectos secundarios, no amarillenta los dedos ni los dientes, no crea un aliento desagradable…
El cigarrillo electrónico está hecho de acero inoxidable, tiene una cámara con nicotina líquida en diferentes concentraciones, es alimentado por una batería recargable y se parece a un cigarrillo de real. Pero los fumadores dan caladas, no lo encienden, y al inhalarlo no se produce humo, sino un vaho caliente que se absorbe en los pulmones, y el fumador inhala nicotina junto con otros muchos compuestos tóxicos, algunos cancerígenos, como las nitrosaminas.
El planteamiento de los fabricantes es si el cigarrillo electrónico es una alternativa saludable para dejar de fumar a pesar de ser un dispositivo que contiene nicotina, pero que puede tener un efecto adverso en la dependencia y, como no, los efectos nocivos que pueden provocar en la salud del usuario del cigarrillo electrónico y de los fumadores pasivos.
Quizás los fabricantes deberían revisar el concepto saludables.
Descargar BOLETÍN 22 / ABRIL 2011
Recibe las novedades en tu email