Editorial

Corren malos tiempos para el tabaco

Autor: Redacción


Quizás estemos asistiendo ya al principio del fin de considerar el tabaco y la conducta de fumar como algo habitual, intocable e integrado en el repertorio gestual y social de muchas personas.

Se ha conseguido conquistar una cota esencial en la batalla iniciada ya hace años. El tabaco pierde terreno. Sus defensores utilizan argumentos inconsistentes basados en la pérdida de libertad (como si fumando quedara intacta) y en una supuesta persecución personal. Algunos argumentan que son contrarios a todo tipo de prohibición. ¿Sería posible nuestra actual sociedad sin normas ni límites?

Los plazos de entrega, los horarios, las normas, las leyes, los impuestos, las señales de tráfico y las direcciones obligatorias nos orientan, nos conducen e, incluso, nos enseñan.

Estar en contra de todo ello es propio de razonamientos adolescentes, no adultos. Indiscutiblemente, fumar va a pasar a la historia, de igual forma que lo hicieron las escupideras en las barberías y tabernas o las acequias en plena calle.

El interés y el bien común de la mayoría se imponen. Surge ahora un período de adaptación en el que todos debemos tomar partido. A unos les va a tocar entender, aceptar y disfrutar. A otros quizás nos toque saber explicar y convencer.

Es el precio de la salud colectiva e individual.

 

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