Autor: Mateu Casan, Desirée
¿Qué sucede con el peso cuando se deja de fumar?
Diversos estudios han demostrado que el abandono del hábito tabáquico tiene influencia en la ganancia de peso.
La relación que existe entre la nicotina y la pérdida de peso es debida a que la nicotina inhibe la formación de nueva grasa corporal, oxida la grasa de nuestra corriente sanguínea y la aprovecha para generar energía. La nicotina reduce la actividad de la lipoproteína lipasa en las células grasas. El acúmulo de grasa corporal resulta más difícil porque sin lipoproteína lipasa en una célula grasa el triglicérido no se descompone en ácidos grasos y éstos no se acumulan en la célula. Además, la nicotina aumenta la lipoproteína lipasa en las células musculares y en consecuencia nuestro cuerpo quema en grasa corporal eficientemente.
La nicotina favorece a largo plazo el desarrollo de resistencia a la insulina.
La fisiopatología de la resistencia a la insulina está relacionada con un cierto grado de anormalidades en el metabolismo de los ácidos grasos. Este hecho provoca la deposición de lípidos al músculo y al hígado causando una pérdida de sensibilidad a la insulina en estos tejidos. La resistencia a la insulina requiere una secreción aumentada de insulina por parte del páncreas para mantener los niveles normales de glucosa en sangre. Por tanto, el tabaco es un factor de riesgo cardiovascular porque desajusta el equilibrio y la coordinación entre glucosa e insulina.
La resistencia a la insulina tras el cese tabáquico se encuentra fuertemente asociada con el grado de obesidad. Además, el incremento que se produce durante el proceso de deshabituación de la presión arterial diastólica, las lipoproteínas de baja densidad (LDL), los triglicéridos y la grasa abdominal pueden constituir determinantes de mayor importancia en la resistencia a la insulina que los efectos directos del tabaquismo.
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