La experiencia
Programa de tratamiento de deshabituación tabáquica de AECC de La Rioja
Autor: Oraá Tabernero, Natalia
La meta principal de la AECC, en la que trabajo, es la lucha contra cualquier cáncer. Para conseguir este objetivo, se esfuerza en disminuir la incidencia y mortalidad de dicha enfermedad. Hoy en día, existen suficientes evidencias científicas que demuestran la relación directa entre el tabaquismo y la aparición de diferentes tipos de cánceres. Por este motivo, la asociación lleva a cabo un programa de deshabituación tabáquica en el que se ayuda, a toda persona que así lo desee, a abandonar el consumo de tabaco. En La Rioja, comunidad en la que ejerzo, se lleva trabajando en este ámbito desde hace más de una década. Nuestro programa se caracteriza por ser un tratamiento multicomponente en el que, durante la fase de preparación, se realizan reducciones en el consumo y recomiendo, salvo en casos excepcionales, el apoyo farmacológico. La terapia consta de ocho sesiones semanales y tres sesiones a lo largo de los 12 primeros meses. Salvo que por características personales no esté indicado, la persona puede optar por realizar la terapia de manera individual o grupal.
A lo largo de estos diez años la demanda ha aumentado de manera significativa, sobre todo a partir de 2004. En estos tres últimos años, la media de fumadores que han acudido a terapia en nuestra comunidad ha sido de 325 personas al año. Acuden solicitando apoyo psicológico más mujeres que hombres, siendo el consumo de éstas algo menor que el de los varones. La edad media en que se toma la decisión de intentar dejar de fumar en ambos sexos es de 40 años.
En el programa de deshabituación se trabaja, fundamentalmente, con grupos. Este tipo de terapia es mucho más eficiente que la individual,ya que en dos horas se puede trabajar con unas 15 personas. Este horario de tarde-noche permite que pacientes que sólo podrían acudir a la terapia a partir de las 20 horas puedan hacerlo. Asimismo, la terapeuta puede formar grupos dos o tres días a la semana.
Pero, además, las personas son conscientes, y así lo manifiestan, de que en grupo se consigue un refuerzo más que en la terapia individual, y es que no sólo existe una alianza entre el sujeto y el terapeuta, sino que, además, hay un compromiso con el resto de los compañeros, muchas veces más importante o motivacional que el que se tiene con el profesional. Así, lo que comienza siendo un objetivo individual se convierte en una meta común de unas personas que no se conocían y que se proponen conseguir un objetivo muy importante en sus vidas y, como ya sabemos, en muchos casos difícil de obtener. Con el paso de las semanas, el papel del psicólogo deja de ser tan importante y, aunque sea un rol necesario, no es el primordial. De hecho, en la última fase, denominada fase de mantenimiento, lo que hace cada persona a lo largo de la semana influye en cierta manera en el resto. El grupo, entendiendo como tal a los que desean dejar de fumar y al terapeuta, a medida que van avanzando las semanas, busca maneras para hacer frente a la abstinencia, se analizan las causas más frecuentes de recaídas y se piensa en estrategias de afrontamiento para prevenir las temidas caídas o recaídas y qué hacer en caso de que se produzcan. Esta fase se desarrolla durante las cuatro semanas siguientes al abandono y, una vez terminadas, se comienzan los seguimientos. El primero de ellos se convoca a los dos meses de abstinencia; aproximadamente el 76,63% de los componentes se mantienen sin fumar en esta sesión. En general, cuando se produce una recaída, el grupo se siente un poco frustrado y empieza a ser más consciente de la realidad del proceso de deshabituación con respecto al mantenimiento de la abstinencia. A los seis meses, se realiza la segunda sesión. Normalmente, la gente no se ha visto en ese periodo de tiempo, por lo que acuden impacientes por saber cómo están los demás. En este momento, han aumentado las recaídas y suelen mantenerse abstinentes alrededor del 56,74%. Las personas que recaen no suelen acudir, ya que se sienten avergonzadas y culpables por haber vuelto a fumar y, en todo caso, asisten a una sesión individual para trabajar o bien esa culpabilidad, o bien un nuevo reintento. Así, en las sesiones de seguimiento, los componentes suelen ser las personas que siguen siendo exfumadores. A los doce meses, coincidiendo con la última sesión, el número de recaídas es menor, siendo la tasa de éxito un 50,51%.
Existe una gran diferencia a la hora de realizar un tratamiento individual o grupal. Al principio, me invadió una sensación de inseguridad por trabajar con 15 personas en una misma sesión; pensaba que, si a veces resultaba difícil trabajar en terapia individual, sería más complicado hacerlo en grupo. Sin embargo, una vez que me decidí y empecé a trabajar con ellos, me di cuenta de lo que se puede llegar a disfrutar en esas dos horas semanales, viendo cómo se apoyan mutuamente y percibiendo cómo, poco a poco, se establecen lazos entre todos que hacen que esas primeras semanas sin tabaco sean más llevaderas y con un objetivo a corto plazo: que llegue el día de reunirse y contar cómo se ha superado otra semana más sin fumar.
Descargar BOLETÍN 7 / JULIO 2007