Psicología y medicina

Autor: Bartolomé Domínguez, David

A medida que los años van depositando experiencia en mi caminar por el mundo de la medicina, me voy dando cuenta de la gran importancia que tienen las sensaciones y las percepciones en la aparición, la evolución y la curación de las enfermedades.

En estos momentos, me cuesta entender que la medicina haya podido desenvolverse durante tanto tiempo sin el soporte de la psicología.

La dependencia que el ser humano tiene de las sensaciones hace de la psicología algo imprescindible en el mundo de la medicina. Hasta qué punto la generación de enfermedades no es una forma de acomodarse al entorno que nos rodea y de supervivencia, si mis enfermedades son mi forma de vida, mal podrá el médico curarlas.

El estado de ánimo y la disposición de victoria o fracaso que adoptamos ante el avance de las enfermedades influyen en la forma de planificar el tratamiento. Cada paciente, y sobre todo el paciente crónico, necesitaría una evaluación emocional que permitiera una mejor aceptación de su padecimiento y una mejor planificación del tratamiento a seguir, no sólo en la versión farmacológica, sino en el cambio del estilo de vida, las actividades físicas sociales, etc.

Sin meternos en grandes contenidos, el solo hecho de tratar a un paciente de un dolor, con un síndrome ansioso-depresivo encubierto, nubla la evolución y los resultados. Antes de actuar, el médico debería conocer el estado psicoemocional del paciente, corregir sus alteraciones anímicas y, después, abordar el problema orgánico. Así, seguro que obtendríamos mejores resultados que los actuales.

Enseñar a un paciente a aceptar su evolución y a entender su deterioro es más labor del psicólogo que del médico. Por otra parte, en las facultades de medicina no se nos forma para ello: el dolor crónico, la irreversibilidad de los años.

La mayoría de las consultas que hacemos los médicos de familia son fruto de la incomprensión del crepúsculo otorgado por la edad. Nos resistimos a aceptar que el hecho de añadir años a nuestras estructuras conlleva un pago y que ese pago son las limitaciones. Para la aceptación y la comprensión tenemos al psicólogo. El profesional que rehuya esta realidad estará quitándole el complemento humano a la medicina. Cuando has estado al otro lado de la mesa descubres la parte humana que hay en toda patología y ves como influye el estado de ánimo en la consecución de la enfermedad. Viendo el final como algo ya solucionado, cualquier tratamiento triunfa y, por el contrario, si el final lo ves negro, el resultado realmente lo será.

Medicina y psicología debe de caminar juntas y darse la mano, tener objetivos comunes y considerarse la una complemento de la otra. Nadie discute que el paciente que tenemos delante sea mente y cuerpo, espíritu y carne, y que para poder hacer una atención completa debamos fijarnos en las dos vertientes (mente y cuerpo). Eso ya lo decían los padres de la medicina. Medicina y psicología debe de caminar juntas y darse la mano, tener objetivos comunes y considerarse la una complemento de la otra. En definitiva, el objectivo es común: procurar que los seres humanos vivan más y sufran menos.

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