Editorial

Tabaco, crisis económica e hipotecas

Autor: Redacción


Fumar, entre otras cosas, reduce, disminuye y extingue.

Una de las maneras más habituales de medir las conductas es por lo que éstas proporcionan, dan, añaden y favorecen. Todos sabemos que las aportaciones del consumo de tabaco son conocidas y evidentes en la salud de quien sufre tabaquismo.

Otra lectura más económica y material puede referirse, en consonancia a los actuales momentos de inquietud económica, a la pérdida diaria en la economía doméstica que comporta adquirir un producto de vida corta, que se esfuma en pocos minutos. Es decir, compramos algo que se destruye en breve, que, encima, cuesta un dinero y que la mayoría de las personas que lo usan pagarían por no hacerlo.

Ante el paciente fumador que busca motivos para dejar de serlo, habitualmente, el profesional de la salud que le atiende aporta argumentos dirigidos a convencerlo para que tome su sabia decisión. Ante la pregunta directa: “¿Ha contabilizado usted cuánto se gasta en tabaco al día?”, los pacientes suelen responder con un “No me atrevo a calcularlo”. Si insistimos, observamos en ellos caras de contradicción, de resignación y de aceptación, pero también de sorpresa ante tan evidente paradoja y sorpresa, como aquel paciente que no se compraba un televisor por considerarlo caro y fuera de su alcance, cuando ahorrando en tabaco podría haber adquirido diez del mismo tipo.

Ante la actual situación real y fruto de la divulgación en los diversos medios de comunicación, este puede ser un buen argumento a añadir a los que ya de por sí debe aportar el paciente en el proceso de cambio para dejar de fumar: dejar de perder, dejar de gastar, y dejar de comprar y empezar a ganar, a ahorrar, a adquirir, a disponer, a disfrutar y a conservar.

 

En jóvenes, esta estrategia puede ser especialmente útil: no contabilizar el ahorro en dinero, sino en especies, como entradas de conciertos, ropa, viajes, aparatos electrónicos, nuevos modelos de teléfono móvil, etc.

En adultos, quizás deberíamos cambiar el concepto clásico de premio (un viaje después del tratamiento de deshabituación, un buen equipo de música que me recuerde el esfuerzo realizado, etc.) por la inmediatez de reducir el coste de la hipoteca, la factura del notario, un cambio de muebles, las primeras letras del nuevo coche, etc.

También con imaginación se resuelven los problemas de dependencia del tabaco. En una ocasión expusimos en la universidad el siguiente anuncio: Quieres ganar 1.000 €?, como reclamo para el tratamiento de deshabituación. La convocatoria reunió a muchísimos curiosos. Algunos de ellos entraron en suficiente contradicción como para ganar ese dinero.

 

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