Autor: Redacción
El estudio y abordaje del tabaquismo ya se caracteriza por unos elevados niveles de calidad, de acertadas metodologías y de planificadas estrategias de intervención. Los productos farmacológicos diseñados para conseguir una adecuada desintoxicación han favorecido que la decisión de dejar el tabaco sea menos dolorosa y angustiosa para el fumador. Efectivamente, los niveles de retención en tratamiento y de abandonos definitivos se han visto mejorados por los nuevos descubrimientos de nuevas moléculas o de utilizaciones de terapéuticas ya conocidas.
Es en este sentido donde toma más importancia aquello que nunca debiéramos haber alejado de nuestro repertorio terapéutico: las leyes de la conducta humana. La persona que crea una dependencia a una substancia genera también una serie de relaciones, unos protocolos de conducta que, al cesar la adicción, van a requerir más atención y trabajo terapéutico que la sola prescrip-ción de un fármaco.
Conceptos como refuerzo, condicionamiento, extinción o contingencia deben formar parte del modelo terapéutico y del modelo explicativo del paciente y en complementación a otros aspectos como dosis de nicotina, liberación de dopamina o antagonista versus agonista nicotínico, por ejemplo.
El comportamiento humano en general y el adictivo en particular debe ser explicado también según conceptos diferentes de los propios del uso del medicamento. No deberíamos caer en el reduccionismo de llegar a pensar que un buen tratamiento es sinónimo, solamente, de haber cumplimentado correctamente las dosis de fármaco prescritas.
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