Autor: Ester
A mis 60 años, ¿quién hubiera pensado que dejaría de fumar? ¡Yo que creía que casi lo había hecho todo y lo había visto todo! Un día, por las buenas, me propuse si sería capaz de dejar de fumar. No tenía ningún tipo de presión, ya fuera familiar, de trabajo y, por supuesto, de salud. Pensé, “no pierdo nada si lo intento, si lo consigo, perfecto y me felicitaré, sino, no pasa nada, continuaré con mis 10 cigarrillos”.
Así que, manos a la obra. Me puse en tratamiento y cada día que iba pasando me encontraba más ilusionada y convencida de lo que estaba haciendo. Me estaba resultando demasiado fácil para ser cierto. Mi familia no daba crédito y los compañeros de trabajo, tampoco. Aun hoy no me tienen identificada como no fumadora, les cuesta acordarse de mi gran hazaña.
Ya han pasado siete meses desde que empecé, y lo que me motiva es explicar a conocidos todo el tratamiento que he recibido y lo bien que me siento, y las mejoras que he notado: respiro mejor, no tengo aquella tos de primera hora de la mañana y mis dientes no están tan amarillos.
En fin, que es una maravilla, me siento muy bien y más joven.
Descargar BOLETÍN 16 / OCTUBRE 2009
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