Autor: Calvo Fernández, José Ramón
Que la formación es indispensable en cualquier área en la que alguien pretenda ejercer un trabajo y que parece impensable que cualquier persona sensata se dedique a intentar ejercer una actividad sin estar debidamente cualificado para ello son verdades aceptadas.
Que parece lógico pensar que los poderes públicos velarán para que estos principios elementales se cumplan.
Sin embargo, en el problema del tabaquismo esta situación se invierte. Los profesionales sanitarios no reciben ninguna formación en esta área, hay charlatanes de feria que amparados bajo métodos pseudocientíficos se dedican a prometer a los desesperados fumadores que pueden abandonar su adicción sin esfuerzo o con la ayuda de sistemas de deshabituación, cuestionables, y todo ello amparado por omisión, por los poderes públicos que no invierten los recursos necesarios para que, por un lado, todos los profesionales sanitarios reciban una mínima formación que les permita atender con cierta garantía a sus pacientes fumadores y no intenten derivarlos automáticamente a otros porque no se sienten preparados para ayudarlos y, por otro lado, esos poderes públicos fomenten la formación de especialistas en tabaquismo, dedicados a tratar algo tan simple y complejo que se ha convertido en la primera causa de muerte evitable en el mundo.
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