Autor: Dr. Abella Pons, Francesc
Tabaco y tabaquismo
Fue Cristóbal Colón que de regreso de sus viajes, junto a nuevos vegetales y nuevas costumbres, introdujo la planta del tabaco. Se cuenta que fue uno de sus marineros, Rodrigo de Triana, quién primero se atrevió a pasearse por las calles de Sevilla echando humo por la boca a la vez que quemaba unas extrañas hojas. Fue en esa época, ya que el Santo Oficio dicto el siguiente edicto:
“Se impondrá severo y ejemplar castigo a todo aquel cristiano que con maléficas artes inhale y expela humo por cualesquiera de sus orificios naturales, utilizando para ello la planta del tabaco, mal hallada en el nuevo mundo.”
“Se impondrá severo y ejemplar castigo a todo aquel cristiano que con maléficas artes inhale y expela humo por cualesquiera de sus orificios naturales, utilizando para ello la planta del tabaco, mal hallada en el nuevo mundo.” Se atribuye a Jean Nicot, médico particular de la reina consorte de Francia Catalina de Médicis, quién primero creyó encontrar una posible finalidad terapéutica a la planta, concretamente para superar las frecuentes jaquecas que la reina padecía. Claro está que todo aquello que hace la realeza, malo no debe ser. Otro hito importante en el desarrollo histórico del consumo de tabaco hay que buscarlo en 1880, cuando James Albert Bonsack ideó la primera máquina para hacer cigarrillos, pasando de una manufacturación manual a automática, o lo que es lo mismo, se pasó de tener poco a disponer de mucho.
El paso siguiente ya es fácil de entender y de prever: la fabricación de tabaco en forma masiva pasó a ser un productivo negocio. En más de una ocasión la propia industria tabaquera ha reconocido que su negocio no es tanto el tabaco, sino la nicotina. Efectivamente, este es el componente químico causante de la elevada dependencia física que produce fumar tabaco. En la presentación para el público, este componente se acompaña de otras miles de extrañas y, a veces, desconocidas sustancias (acetona, pireno, acroleína, amoníaco, toludina, estireno, DDT, plomo, alquitrán, etc.).
Efectivamente, tan complejo producto de consumo produce múltiples, diversas y peculiares enfermedades: en el corazón, en el sistema circulatorio, en la piel, en los ojos, en los pulmones, en la boca.
No hay órgano que no quede afectado por el daño del humo del tabaco.
Ante esto, es fácil preguntarse por qué sigue fumado el fumador y la fumadora. De todas las explicaciones (sociales y psicológicas), la bioquímica sigue teniendo una importancia esencial. La nicotina es adictiva por sí misma, y actúa mediante un mecanismo fisiológico parecido a como lo hacen los opiáceos en nuestro cerebro. La molécula de nicotina llega rápidamente a su receptor y encaja perfectamente. Pasado un tiempo no muy largo el cerebro está de nuevo en condiciones de reclamar una siguiente dosis, y así sucesivamente a lo largo del día, de la semana y, si no se remedia, de la vida.
¿Dejar de fumar es posible?
Renunciar a una adicción y romper con un hábito no es fácil. No se trata de una decisión tomada al azar. Dejar de fumar debe ser un proceso dialéctico con uno mismo y también con los cercanos. Fumar atrapa, ata y esclaviza. Dejar de fumar implicará una clara decisión de atreverse a lo nuevo, a vivir sin prótesis y sin la equivocada ayuda del cigarrillo para todo. Sí, es cierto que hay personas que dejan de fumar con mucha facilidad, parece que no han requerido demasiadas decisiones ni planteamientos previos. Lo deciden, lo hacen y, lo que es más importante, lo mantienen. En cambio, otras no pueden o no saben. También los hay que no quieren. Son diversos los métodos y estrategias ofertados para dejar de fumar. Algunos sin ninguna base científica, la mayoría previamente contrastados y evaluados. Es importante, ante la duda, la consulta con los profesionales sanitarios, especialmente los farmacéuticos, que disponen de información actualizada al respecto.
El papel de la oficina de farmacia
Los profesionales de las farmacias tienen un papel esencial en la lucha contra el consumo de tabaco y en todos los momentos de la demanda del paciente que quiere dejar de fumar: el que pregunta, el que quiere e incluso el que lo ha probado y ha fracasado.
La proximidad entre paciente y farmacéutico es importante en un proceso de deshabituación en el que se requiere disponibilidad. El profesional dispone de conocimientos y de habilidades para ayudar, aconsejar e informar sobre lo más adecuado para cada paciente.
De todos los recursos de los que se dispone actualmente, la Terapia Substitutiva de la Nicotina (TSN) es la que cuenta con un mayor reconocimiento.
De todos los recursos de los que se dispone actualmente, la Terapia Substitutiva de la Nicotina (TSN) es la que cuenta con un mayor reconocimiento. Al ser la primera utilizada, ha facilitado que sean muchos los pacientes que han abandonado la adicción a la nicotina con ella. Se trata de una estrategia que encaja perfectamente en el mecanismo adictivo natural de la nicotina y ofrece la posibilidad, mediante la substitución nicotínica, de la progresiva disminución de las dosis habituales en el paciente fumador. Se elimina toda la sintomatología de la abstinencia (irritabilidad, nerviosismo, ansiedad, etc.), lo que permite al paciente hacer frente a consejos, pautas y orientaciones facilitadas, en este caso, por el farmacéutico o auxiliar de farmacia.
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